Este es un mapa dónde se muestran las principales localidades y ciudades de la isla, las playas, discotecas, carreteras y zonas de interés. Algunos lugares que ahí aparecen ya forman parte de mi propia experiencia personal y de los que activamente, formé parte. ¿Los recuerdas tú?...
Llegaba la despedida.
Las últimas horas en la isla las pasamos preocupándonos de si habíamos metido todo en las maletas y si estas no pesarían excesivamente para la vuelta a casa. Paradójicamente, la isla nos despedía con un día comparable al de nuestra llegada; el mal tiempo había terminado y el sol volvía a lucir en todo su esplendor, parecía una jugarreta del destino o tal vez, una dulce despedida.
Tras organizar todo, nos despedimos de nuestra compañera diaria, nuestra habitación; en la que habíamos pasado de todo: risas, nervios, emoción, charlas hasta altas horas, preparativos...etc. Aunque creo que lo que más echaríamos de menos sería el balcón, con aquellas preciosas vistas que lograban calmar cualquier tipo de malestar.
Bajamos a recepción para dejar la tarjeta y despedirnos, y hasta me dio pena dejar allí a los recepcionistas; que realizando su trabajo, conocerían a miles de personas en nuestra misma situación. Pero como siempre, el "yoísmo" de nuestras vidas nos impide ponernos en el pellejo ajeno, y magnificamos siempre los sentimientos que van dirigidos hacia nosotros.
Todo había cambiado, esta vez nos metimos en el bus apesadumbrados; las caras de júbilo de nuestra llegada se tornaban largas y cansadas. Era un día de sentimentalismo, jaja, es así, lo reconozco.
Llegamos al aeropuerto y me sentí más vital, puede ser porque no veía nada más que unas simples paredes, pero después de facturar y tras subir unas plantas...las vistas de ses salines traían los recuerdos de días anteriores y la morriña por aquella isla iba en aumento.
Despegamos y ni siquiera pude mirar por la ventana, prefería pensar en que pronto estaría en casa. Así fue, y tras parar nuevamente en Madrid seguimos rumbo cara Galicia.
Las montañas verdosas y los cañones del Sil nos recibían, nuestra madre Galicia nos esperaba en Santiago en unos 10 o 15 minutos. Aterrizamos y volvíamos a nuestra realidad, a nuestro entorno...recuperando nuestras vidas normales y alejándonos, inevitablemente, del paraíso que nos había arropado durante una semana... Mi paraíso, del que jamás podré olvidarme y prometiéndome a mí mismo que en él arraigaré. Te volveré a ver, IBIZA...
"Welcome to Ibiza, welcome to the paradise"
Este blog nace con el único objetivo de poder disfrutar con vosotros de un paraíso cercano, la isla pitiusa de Ibiza, oficialmente denominada Eivissa.
Recorreremos algunos de sus rincones y sus magníficas vistas, simplemente, un espectáculo para los sentidos, que gustosamente, nos ofrece esta isla.
Recorreremos algunos de sus rincones y sus magníficas vistas, simplemente, un espectáculo para los sentidos, que gustosamente, nos ofrece esta isla.
sábado, 8 de enero de 2011
EL HIPPIE MARKET (PARTE 2)
¡Nervios! jaja Al fin allí; entramos. Me fui fijando en todo, como si retrocediera a mi infancia, como un niño que lo observa todo con ojos como platos. Fue una sensación espectacular; una emoción muy grande y una alegría inmensa. Me hubiera quedado horas y horas allí.
El tiempo no acompañaba; recuerdo que comenzó a llover estrepitosamente y todos nos tuvimos que resguardar bajo puestos hasta que amainara un poco. Los ríos de agua comenzaron a surgir; poco después paró de llover.
Los puestos hippies contaban con todo aquello que artesanalmente elaboraban: utensilios de todo tipo, de cerámica, barro, hierro fundido...pañuelos de todos los colores, objetos de madera... estupendos.
Pero sin duda lo que de verdad me impresionó fue la gran carpa que estaba colocada. Dentro, había en la zona central una estructura ambientada con grandes corazones y otras figuras y justo ahí, en el centro, alrededor del pilar, había gente vendiendo CD's de música típica. Sin duda me enamoró el entorno.
Poco después un grupo de gente comenzó a tocar música con instrumentos étnicos, y sonaba distinto a todo lo escuchado. La gente se agolpó para verlos y la verdad, merecía la pena.
Llegó la hora de comer y nos marchamos; me inundó un sentimiento de pesadumbre, no quería irme de ningún modo, pero volvían a caer gotas de lluvia y mejor sería coger un buen sitio para comer.
Al fin, ya sentados en un restaurante cercano y después de esperar un gran rato por nuestra comida, empezamos a comer. Una vez que ya nos íbamos a coger el bus, sentí un deseo de volver a ver el Hippie Maket, y corrí hacia allí. Lo recorrí deprisa, pero intentándome empapar de toda la energía que emanaba aquel lugar. Sin duda me enamoró...
En nuestro camino hacia el bus de regreso, sacaría mis últimas fotos... preciosas fotos que culminarían nuestra estancia en aquella isla...
EL HIPPIE MARKET (PARTE 1)
Nos despertamos con un día muy similar a los anteriores, pero este sin duda sería especial, por lo menos para mí. Visitaríamos Es Canar, cerca de Santa Eulària des Riu, donde se halla el Hippie Market.
Había ansiado que llegara ese día durante todas las vacaciones, pero no fuimos antes por un motivo: el Hippie Market solo abría unos días determinados de la semana. Así pues, cogimos fuerzas desayunando y nos dispusimos a realizar el viaje.
Una vez en Ibiza nos dirigimos a la estación de autobuses, ya que había líneas directas para ir al mercadillo hippie. Así lo hicimos; nos montamos en bus y medio adormilados fuimos todo el camino mirando el paisaje, colinas redondeadas y verdes nos daban el paso y grupitos de casitas blancas nos decían adiós. Comenzó a llover, otra vez, temiendo lo peor, cerré los ojos imaginando que pararía y lo cierto es que cuando llegamos a Es Canar comenzó a salir el sol tímidamente.
Había muchísima gente; es cierta la fama que tiene el mercadillo, muchísimos foráneos pero también mucha gente autóctona se daba cita en aquel paraje.
Decidimos seguir a la multitud y junto con las reseñas que tenía, efectivamente, encontramos la entrada del Hippie Market. Particularmente, se había cumplido un sueño.
Comenzaba a llover...
Había ansiado que llegara ese día durante todas las vacaciones, pero no fuimos antes por un motivo: el Hippie Market solo abría unos días determinados de la semana. Así pues, cogimos fuerzas desayunando y nos dispusimos a realizar el viaje.
Una vez en Ibiza nos dirigimos a la estación de autobuses, ya que había líneas directas para ir al mercadillo hippie. Así lo hicimos; nos montamos en bus y medio adormilados fuimos todo el camino mirando el paisaje, colinas redondeadas y verdes nos daban el paso y grupitos de casitas blancas nos decían adiós. Comenzó a llover, otra vez, temiendo lo peor, cerré los ojos imaginando que pararía y lo cierto es que cuando llegamos a Es Canar comenzó a salir el sol tímidamente.
Había muchísima gente; es cierta la fama que tiene el mercadillo, muchísimos foráneos pero también mucha gente autóctona se daba cita en aquel paraje.
Decidimos seguir a la multitud y junto con las reseñas que tenía, efectivamente, encontramos la entrada del Hippie Market. Particularmente, se había cumplido un sueño.
Comenzaba a llover...
viernes, 7 de enero de 2011
CRUCERO A ES VEDRÀ
¡Nos atrevimos! Que para algo estamos en Eivissa!
Como ya dije, solo había un quiosco de ofertas abierto en aquel día de tiempo nefasto. Las casetas se situaban paralelamente a lo largo del puerto y contaban con numerosas ofertas y rutas a elegir, así como los precios informativos.
Solamente unos pocos turistas estaban a la espera de la llegada de algunos más para iniciar la travesía, tendríamos que ser un mínimo para que al barco le compensara echarse a la mar. Al fin conseguimos unirnos más y pronto embarcamos en "El Capitán Nemo".
El tiempo amainó y esperanzados, subimos hasta la parte superior del barco, donde estaban colocadas un numeroso grupo de sillas para que los turistas disfrutaran de visitas guiadas. Tuvimos que esperar a que estuviera todo a punto para iniciar la travesía, rato en el que algunas gotas comenzaron a caer, todos mirábamos al cielo, pidiendo clemencia a las nubes.
Nervios y emoción, son las dos palabras que definirían nuestra salida del puerto de Sant Antoni; dejábamos atrás la civilización para comenzar nuestro particular camino hacia Es Vedrà. Los primeros islotes aparecieron y con ellos las primeras explicaciones...a lo lejos, aparecían las místicas Es Vedrà y Es Vedranell...unas islas que magnifican los sentidos y las sensaciones.
Nuestro viaje continuó; lloviendo, amainando y así sucesivamente...hasta que por fin llegamos a las dos islas más misteriosas del archipiélago pitiuso.
Fue una sensación de realización y de tranquilidad; rodeamos la isla de Es Vedrà y nos metimos en medio de las dos, para volver al punto de partida. Fue algo distinto pero muy especial, una travesía en barco a un sitio tan interesante como ese, siempre marca (o eso pienso) un viaje. Aunque lo cierto, que todo lo vivido en esa isla mágica me marcaría para siempre.
La vuelta fue bastante movida, con mareos incluidos. El tiempo empeoró y el barco comenzaba a moverse, el agua entraba sin parar y la mayor parte de los pasajeros iban mareados o tenían miedo. Yo me incluiría en el grupo de los primeros.
Al fin llegamos, y como fin de la tarde, después de relajarnos y tomar algo, nos marchamos al hotel.
Sea como fuere...había sido un día interesante.
Aqui muestro un breve vídeo del viaje en barco, al fondo Es Vedrà y Es Vedranell.
SANT ANTONI DE PORTAMNY
¡Vuelve a llover! Parece mentira, pero en Ibiza también llueve y de qué forma. Sin duda, recuerdo que fue el día que lo hizo con más ansia y duramente. Tras planes truncados, la playa el primero, decidimos continuar el ritmo de días anteriores; esta vez el destino sería otra de las ciudades o villas más populosas de la isla: Sant Antoni de Portamny.
La primera imagen que tuvimos de esta localidad fue desde el cielo; me acuerdo cuando avistamos la isla, un cúmulo de edificios blancos formaban la ciudad. La vimos de pasada, pero fue el primer núcleo urbano que nos saludaba.
Situada un poco más cerca que Sta. Eulària de la capital ibizenca (a 15 kms, situándose la segunda a 15,4 kms), Sant Antoni se encuentra en el noroeste de la isla pitiusa.
El taxi que nos condujo hasta la ciudad nos dejó en una especie de paseo en la entrada de la misma, cuando llegamos al fondo nos encontramos con una gran rotonda donde se situaba un emblema de la localidad: el huevo de colón.
Después de mirar unas cuantas tiendas de souvenirs y cadenas cien e inspeccionar algo la villa, buscamos un restaurante para comer. Entramos en un establecimiento muy cuco y casero, con un trato exquisito y una decoración cuidada.
Terminamos de comer. Éramos los únicos clientes y parece que por ello recibimos un trato sensacional y mimoso. Sant Antoni era pequeña y habíamos visto a grandes rasgos casi todo lo que ofrecía, menos la playa, hacía un día de perros. Sin embargo, bien es sabido que en Sant Antoni se encuentra una de las mayores atracciones, el Café del Mar. Un precioso restaurante situado en el paseo marítimo en donde las puestas de sol son ya míticas. Tanto es así que existen CD's tipificados con el café-bar y donde se hace patente el estilo musical de la isla, el chill out.
Nos dirigimos al muelle donde antes habíamos visto distintas cabinas con excursiones...¡Una vez allí había una abierta pese al mal tiempo! Se trataba de un mini crucero de 3 horas que tenía como meta bordear y mostrarnos, de forma guiada, todas las islas y peñascos a lo largo de la costa ibizenca desde Sant Antoni hasta las islas de Es Vedrà y Es Vedranell.
¿Subiríamos?...
Este es uno de los temas de los que se puede disfrutar en los CD's de música inspirados en el populoso Café del Mar ibizenco. Disfrutadlo.
DALT VILA
1- El revellín (es revellí).
2- El edificio del Reial Curia; institución que alvergaba en el medievo el equivalente actual de tribunales o notaría.
3- Las murallas medievales.
4- El castillo y la Almudaina.
5-La Catedral de Ibiza.
6- El Museo arqueológico de Dalt Vila.
7- Capilla de San Ciríaco.
8- Antiguo seminario diocesano.
9- Ayuntamiento de Ibiza e Iglesia de San Francisco.
10- Museo de Arte Contemporánea (en el Baluard de Sant Joan).
11- Portal de ses Taules (entrada también llamada El Rastrillo).
12- Es Soto Fosc.
13- El Convent.
14- Es Polvorí.
A- Baluard de Santa Llúcia (Lucía).
B- Baluard de Santa Tecla (Teresa).
C- Baluard de Sant Bernat (Bernardo).
D- Baluard de Sant Jordi (Jorge).
E- Baluard de Sant Jaume (Jaime).
F- Baluard des Portal Nou (Puerta Nueva).
G- Baluard de Sant Joan (Juan).
UNA DESPEDIDA CON MORRIÑA... (PARTE 2)
Entramos en Dalt Vila, con más entusiasmo que nunca. Sabíamos lo que nos encontraríamos y nos alegrábamos de ello.
Era como volver días atrás, recorrer aquellas pequeñas blancas calles y la amabilidad de los habitantes y personas que allí trabajaban. Me envolvió un pequeño sentimiento nostálgico que me entristeció un poco, pero que cada vez se hacía más intenso; era consciente de que no volveríamos a la ciudad y, de una u otra forma,sabía que era la despedida.
Quisimos volver a disfrutar de las vistas desde las murallas del Dalt Vila, esta vez con un día nublado y que amenazaba lluvia. Subimos hasta el baluard de Sant Jordi, como días atrás y la imagen era bellísima, veíamos Platja d'en Bossa al atardecer y por detrás se podía avistar partes del parque natural de ses Salines.
Mi mente voló y me olvidé de todo el alrededor, me imaginaba allí, en Ibiza, unos años más tarde, con mi vida organizada. Ese fue el momento en el que lo desee, y a partir de entonces vivo con ese sueño.
Después de un rato, bajamos hasta nuestra obligada parada, la Plaça del Sol, como ya habíamos prometido. Comenzó a llover y decidimos resguardarnos en las carpas del bar que ocupaban la plaza, allí y a modo de despedida, brindamos por nuestras vacaciones.
Mientras no paraba de llover disfrutamos de las maravillosas vistas desde aquellas alturas, sin duda, Ibiza es un regalo para los sentidos.
"Nunca chove que non escampe" y acertando el refranero gallego, paró de llover. Bajamos y salimos de Dalt Vila, casi era hora de cenar y comenzaba a oscurecer.
¡Al Hotel Don Toni, por favor!
jueves, 6 de enero de 2011
UNA DESPEDIDA CON MORRIÑA... (PARTE 1)
Como llovía y desplazarnos hasta otro punto de la isla para solamente pasar unas horas era algo costoso y que no valía la pena, ya que sería poco tiempo, decidimos despedirnos ya de la capital, de Ibiza y comprar todos los souvenirs que nos faltaban.
En cuanto llegamos, recorrimos unas cuantas calles de Dalt Vila, pero nos dio tiempo a poco, era hora de comer.
Bajamos hasta la Plaça del Parc y, aunque teníamos cola, esperamos para poder degustar por última vez los manjares del "Bon Profit" (nuevamente). Cuando por fin entramos, nos sentamos y pedimos algo distinto a lo que ya habíamos probado días antes. Llegó el postre y aunque la "greixonera" me tentaba decidí decantarme por el "flaó" (un tipo de tarta de queso de hierbas, típica de Ibiza y Formentera). Hoy puedo decir que me hubiese decantado por la greixonera, el flaó tenía un sabor muy fuerte y se hacía, casi, intragable. Pero para gustos, los colores.
Después de comer y tras escuchar los pedidos en catalá (o balear) muy salerosamente por parte de los camarero/as, muy amables, salimos del restaurante. Sin duda nos dirigímos nuevamente a Dalt Vila, pero ahora por otra de sus entradas: el portal de ses taules.
Era una entrada impresionante,con un pasillo largo de piedra que se alzaba hasta la entrada en la muralla, donde encima, lucía un gran escudo.
Subimos por aquel camino, como si fuésemos grandes señores, y cruzamos la puerta hacia la ciudad vieja...volvíamos a reencontrarnos con Dalt Vila.
LLEGAMOS A SES SALINES!
¡Nuevo día! Otro día más...pero también otro día menos.
Se comenzaba a notar como la fecha de partida se acercaba y nuestros ánimos comenzaron a desfallecer, personalmente, no quería irme.
Hacía mal tiempo, parece que ya se había familiarizado con nosotros. En broma, a veces pensaba que nuestra querida Galicia nos había enviado ese pequeño "regalo" desde el noroeste para que nos acordáramos de ella, ya que durante esos días donde hacía buen tiempo era en la "terriña".
Como no solo hay playa en Ibiza, decidimos continuar con nuestro turismo cultural y hoy, aunque la verdad, muy cansados (se notaba en nuestras caras), partimos para ver las salinas y la playa tan típica del sur de la isla, la playa de Ses Salines.
Sin guía y sin una localización exacta nos metimos en un taxi que nos llevó hacia la playa. La primera impresión recuerdo que no fue muy buena; no sabíamos donde estábamos, casi llovía, el suelo estaba embarrado...pero aun así decidimos "investigar" un poco los alrededores. Vimos las salinas a ambos lados de una carretera, que comunicaba la playa con la civilización.
Tengo que decir que estaba muy deslucido por el mal tiempo, pero las fotos que he visto de las salinas en la época estival son preciosas. Decir así mismo, que la imagen de fondo de este blog pertenece a la puesta de sol en la salinas (tomada de google earth).
Por otro lado, la playa era preciosa, aunque hacía mal tiempo se veía que era hermosa, muy salvaje y natural. Al menos no urbanizada y protegida gracias al parque natural que conforman ses salines; increíblemente hermoso.
Esa mañana habíamos descubierto, no en su mejor día, un precioso rincón de la isla. Habrá que volver para repetir la experiencia con un sabor de boca mucho más sabroso.
miércoles, 5 de enero de 2011
DESCUBRIENDO STA. EULÀRIA (PARTE 2).
Seguimos caminando y descubriendo Sta. Eulària; en la desembocadura del río había amarradas sendas barquitas, lanchas y algún barco pequeño, de los más pudientes. Enfrente, creo que los bares que más me gustaron durante mi estancia; aunque no llegué a entrar, desde fuera invitaban a ello; eran bares "hippies" con sus cortinas y su decoración interior perfecta. Un lujo para los sentidos y para los que adoramos ese mundo espiritual. Me imaginé trabajando allí dentro de unos años y lo cierto es que internamente sonreí, amo Ibiza.
Sentados en unas piedras, descansamos un buen rato, mirando la belleza del paisaje...el horizonte infinito, y a un pequeño grupo de patitos que pasaban nadando cerca de nosotros.
Un grupo de turistas que paseaban por un puente cercano nos alejó de nuestro ensimismamiento; nos levantamos, casi desperezándonos, y seguimos con nuestra caminata particular. Lo cierto es que no teníamos un destino fijo, no conocíamos de aquel pueblo nada más que el nombre y la localización, pero continuamos caminando cruzando el puente y subiendo por lo que parecía un parque o zona verde de descanso.
No se si en verdad lo era, pero a mi me tranquilizaba ver una naturaleza tan salvaje, una naturaleza insular que nada tenía que ver con los pinos o los helechos de los bosques gallegos.
Avistamos una especie de acantilado de un color muy muy cobrizo, podría decirse que la tierra y las rocas eran naranjas. Las vistas eran especiales; no vimos el fin del mundo (como podría ocurrir teóricamente en Fisterra) pero sí nos invadió una especie de melancolía, a mi por lo menos. Me sentía atrapado en aquella isla, de una forma tan profunda que no deseaba escapar, mas era consciente que mis días allí estaban escapándose...pronto tendríamos que decirnos adiós, temporalmente...
Mientras nos sentábamos y dejábamos la mente en blanco, yo jugueteaba con mi mirada y las olas, como si con solo mirarlas pudiese tocarlas y dibujar sus movimientos. Era un mar tan tranquilo, me adormilaba.
Las casetas viejas de los pescadores que antiguamente salían a faenar nos enseñaban sus vestigios, recordándonos tiempos que no imaginaríamos, y mostrándonos la nostalgia de aquellos años, cuando aún servían para guardar embarcaciones. Ahora estaban allí colocadas, abandonadas, pero formando parte del encanto de aquel lugar, mimetizándose con el entorno, y colorandose de aquella tierra anaranjada...
Empezó a oscurecer y decidimos despedirnos de Sta. Eulària des Riu. El taxi nos llevaba de vuelta a nuestro hotel, me iba con el presentimiento de que algún día volvería a estar allí...y sea como sea, se hará realidad.
DESCUBRIENDO STA. EULÀRIA (PARTE 1).
A mal tiempo, buena cara. Aunque en un principio, cuando nos despertamos no pensamos eso, jaja. Había amanecido lloviendo y con nubarrones, no podíamos tomar el sol, así que decidimos ir de ruta. ¿Qué podíamos visitar?. Sin duda había un pueblo que ya me había llamado la atención incluso antes de abandonar Galicia. En mi búsqueda de atracciones ibizencas, me encontré con Sta. Eulària des Riu y decidí que tendríamos que ir algún día.
Así lo acordamos, y después de comer nos pusimos a encontrar un taxi que nos pudiera llevar.
Aunque un tanto, puede decirse, preocupados ya que los taxis en esa bendita isla cuestan un ojo de la cara, nos pusimos en marcha hacia la parte este de la isla, donde se encontraba Santa Eulària, a unos 16 kms aproximadamente de la capital ibizenca.
Mientras que cruzabamos la isla por su parte interior, era bonito descubrir la cantidad de naturaleza que se abría a nuestro paso, entre tanto, pequeñas casitas blancas iban quedando atrás así como sus huertas y fincas. Una estampa casi familiar en comparación con las aldeas gallegas.
Habíamos avistado el cartel que nos indicaba la bienvenida a Sta. Eulària; poco después ya estábamos en medio del pueblo.
Estaba deslucido por la lluvia pero a mi me pareció hermoso. No tenía grandes pomposidades, ni nada fuera del otro mundo, pero a mi particularmente me encantó.
Un paseo, que me hacía imaginar a unas "mini-ramblas de Barcelona" nos llevaba hasta el paseo marítimo del pueblo, un paseo humilde pero que ofrecía una estampa muy bella al visitante. El mar mediterráneo bañaba tranquilamente la playa y la escasez de gente hacían aquel entorno un remanso de paz, tranquilo...
Caminamos por todo el paseo, ni largo ni corto, cruzándonos con los ciudadanos del pueblo que nos miraban pasar mientras sentados, charlaban tranquila y agradablemente. A nuestro paso, pudimos ver cuantiosas terrazas y un hotel con una arquitectura llamativa, una gran fuente y al fondo... avistamos la desembocadura del considerado único río de las illes balears, el río de Sta. Eulària...
Así lo acordamos, y después de comer nos pusimos a encontrar un taxi que nos pudiera llevar.
Aunque un tanto, puede decirse, preocupados ya que los taxis en esa bendita isla cuestan un ojo de la cara, nos pusimos en marcha hacia la parte este de la isla, donde se encontraba Santa Eulària, a unos 16 kms aproximadamente de la capital ibizenca.
Mientras que cruzabamos la isla por su parte interior, era bonito descubrir la cantidad de naturaleza que se abría a nuestro paso, entre tanto, pequeñas casitas blancas iban quedando atrás así como sus huertas y fincas. Una estampa casi familiar en comparación con las aldeas gallegas.
Habíamos avistado el cartel que nos indicaba la bienvenida a Sta. Eulària; poco después ya estábamos en medio del pueblo.
Estaba deslucido por la lluvia pero a mi me pareció hermoso. No tenía grandes pomposidades, ni nada fuera del otro mundo, pero a mi particularmente me encantó.
Un paseo, que me hacía imaginar a unas "mini-ramblas de Barcelona" nos llevaba hasta el paseo marítimo del pueblo, un paseo humilde pero que ofrecía una estampa muy bella al visitante. El mar mediterráneo bañaba tranquilamente la playa y la escasez de gente hacían aquel entorno un remanso de paz, tranquilo...
Caminamos por todo el paseo, ni largo ni corto, cruzándonos con los ciudadanos del pueblo que nos miraban pasar mientras sentados, charlaban tranquila y agradablemente. A nuestro paso, pudimos ver cuantiosas terrazas y un hotel con una arquitectura llamativa, una gran fuente y al fondo... avistamos la desembocadura del considerado único río de las illes balears, el río de Sta. Eulària...
martes, 4 de enero de 2011
DÍA DE "DESCANSO" + PACHA
Después del día anterior y de volver a altas horas de la madrugada, decidimos dormir casi toda la mañana. Cuando nos despertamos, nos pusimos a punto y bajamos a comer, para después relajarnos toda la tarde en la playa. Había amanecido un buen día, y ante la previsión de lluvias para los días posteriores intentamos aprovechar lo máximo posible el escaso buen tiempo que tuvimos.
Con los últimos rayos de sol nos recogimos, cenamos y después subimos a la habitación para prepararnos. Ibamos a nuestra segunda cita fiestera, esta noche le tocaba el turno a otra gran discoteca: Pacha!
Partimos de Platja d'en Bossa hacia Ibiza; estuvimos en algunos bares hasta que nos dirigimos finalmente a la discoteca. La ciudad era preciosa a la luz de la luna, las calles iluminadas de la zona moderna eran bonitas, pero el marco de Dalt Vila no tenía nada que envidiar, parecía una ciudad blanca allí arriba. Un sueño.
La discoteca estaba muy cerca del puerto y su color blanco se hacía ya característico, una suave luz le daba color a su fachada y unas puertas de fuerte madera nos daban la bienvenida.
Entramos perspicaces, y con ansias de ver lo que albergaba dentro. Después de identificarmos pasamos, a mano derecha dentro del edificio, había una pequeña tienda de regalos y recuerdos de la discoteca. Seguimos y pasamos a un hall completamente blanco, incluídos los sofás, unas velas centelleaban entre los huecos de las paredes y una barra con gente se veía al lado.
Bajando unas escaleras nos acercamos al corazón de la discoteca donde, separada la zona VIP, había varias plataformas y escenarios donde más tarde comenzarían a bailar las gogos y bailarinas.
Lo cierto es que recorrimos de arriba a abajo la discoteca. Tenía distintas salas, cada una con un estilo de música distinta. La parte más bonita y quizás la que más impresiona es la azotea; se encuentra al aire libre y existen sofás reservados para la gente que paga por ellos. Todo era blanco con un estilo puramente ibizenco, cuidado y bohemio hasta el mínimo detalle.
La segunda noche aguantamos un poco menos que la primera, estabamos destrozados del día anterior, pero aún así, aguantamos hasta altas horas. Una fiesta en Ibiza no puede desperdiciarse.
Había pasado otro de los días más movidos de nuestra estancia...
Aquí dejo un link por si quereis conocer más la discoteca.
http://www.pacha.com/
Y aquí, una de las sesiones de PACHA :
DESTINO: "PRIVILEGE-SUPERMARTXÉ"
Después de nuestra mañana en la ciudad y nuestra tarde en la playa, estaba planeado que por la noche saliéramos de fiesta. Meses antes ya habíamos reservado las entradas para uno de los shows nocturnos más esperados e importantes de la isla en el período del fin estival: ¡Supermartxé!
Se trata de un espectáculo de luces, baile y música que tiene lugar en una de las discotecas más importantes de España y del mundo, Privilege, considerada la discoteca más grande del mundo, titulo otorgado por los Record Guiness.
Existen líneas de buses específicas para el transporte común a las principales discotecas de la isla, a lo largo de la noche. Nosotros nos subimos al bus que paraba en Platja d'en Bossa dirección a San Antoni de Portmany; nuestra parada se situaba cerca de un pequeño pueblo llamado Sant Rafael, a escasos kms de la ciudad de Eivissa. Llegamos, y un poco desconcertados, ya que no sabíamos que rumbo tomar, decidimos acoplarnos a la multitud hasta que ya nos encontramos con la entrada de la mítica discoteca. Después de caminar un poco llegamos a la entrada del edificio; antes de entrar tuvimos que realizar controles de seguridad e identificarnos en la lista de reservas. Entramos.
Privilege es impresionantemente grande. En la zona inferior es donde se acumula el mayor número de personas, rodeando una piscina central sobre la que, en una tarima, se encuentran los DJ's. Al frente se sitúa un grandioso escenario donde da lugar el show, con importantes bailarinas y bailarines, show laser, pantallas gigantes...y en toda la discoteca se van descubriendo pequeños detalles que nos iban fascinando a los que allí nos encontrábamos: gogos colocadas en grandes copas de champagne,un hombre en bicicleta sobre una delgada cuerda, globos de la risa...además del megatrón que durante los momentos de mayor júbilo utilizaban.
Estuvimos casi toda la noche, incluso tuvimos un reencuentro con lo/as recepcionistas de nuestro hotel, que nos presentaron por casualidades de la vida, a un recién empleado gallego que paradójicamente había estudiado turismo en el CENP de A Coruña.
Cuando ya no pudimos más nos retiramos sin protestar, incluso a reticencias, ansiando mientras salíamos, volver a aquel lugar igual que pillar una cama y dormir hasta recobrar el sentido.
Esperamos bastante tiempo hasta que llegaron los taxis y las primeras personas se fueron marchando; al fin, medio muertos de sueño y algo de frío, nos montamos en el taxi rumbo al hotel. Había sido un día completo...
http://www.privilegeibiza.com/
sábado, 1 de enero de 2011
NUESTRA PLAYA: PLATJA D'EN BOSSA
Exactamente, los tres primeros días, los días realmente playeros (ya que el resto, llovió) la playa que cobró protagonismo en nuestro viaje fue esa, la platja d'en bossa.
Aparte de tener un acceso directo desde nuestro hotel, es la más larga de la isla y cuenta con gran afluencia y público, y uno de los atractivos de la zona, es el bar-restaurante-discoteca Bora Bora, que como con anterioridad expliqué, se sitúa pegado a la playa, haciendo partícipe a todo el público que en ella se encuentre.
Las aguas del Mediterráneo son, a mi parecer deliciosas, ya que al tratarse de un mar de temperaturas cálidas, el agua se encuentra más bien caliente si la comparamos con las frías playas gallegas. Era tal la afición al baño que nos pasamos horas allí metidos, disfrutando del relax que provocaba, y pensando en qué poco echábamos de menos estar en casa (jajaja).
El bronceado de aquellos tres días permaneció incluso habiendo pasado semanas, uno de los privilegios del sol insular y de la buena temperatura.
Nuestra tarde playera había culminando aprovechando los últimos rayos del sol, de tal forma como la gente que en un velero lejano, regresaban a puerto, después de haber disfrutado de todo un día en el mar ibizenco...
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